Reproducimos un artículo que nos impacta por su ternura:
Roberto y yo hemos sido grandes amigos por décadas, desde la adolescencia compartimos siempre las más importantes experiencias de nuestras vidas, estrechando nuestro vinculo en cada evento que implicara aquello que fuera marcando cada tiempo, con el signo imborrable del asombro y la belleza de la vida.
Por eso, cuando conoció a quien sería la compañera de su vida, inmediatamente me escribió una pequeña carta informándomelo, y describiendo emocionado la forma en que cupido acababa de intervenir contundentemente en su vida. Decía más o menos lo siguiente:
Mi siempre apreciado Manuel:
Me encontraba apenas hace unos días en una trattoria romana ante un suculento plato de espagueti, cuando me invadió una extraña y agradabilísima sensación que me hizo levantar la vista, para encontrarme con la mirada de unos intensos ojos claros en una hermosísima persona sentada en la mesita vecina.
Entre el calor, y la timidez que bien sabes que me caracteriza, le correspondí lo mejor que pude. Su mirada parecía concentrar toda la profunda belleza que un rostro pueda expresar, y que sólo deja lugar a la íntima comunión que nace espontanea entre dos seres ante el descubrimiento del amor a primera vista.
De pronto, el sentimiento que fluía entre ambos fue confirmado por ella con la más maravillosa de las sonrisas. Yo, a mi vez, un poco sonrojado, encontré el valor para acercarme y presentarme.
Desde ese momento no quise perderla y, tal vez te sorprendas ¡ya es mi novia! Espero pronto la conozcas, su nombre es Susana.
Asistí feliz a su boda con Susana y a otros tantos eventos importantes en su vida familiar. Hoy, algunos años después me encuentro con él en la habitación de un hospital, cuida de su esposa recién operada de un carcinoma en la mandíbula derecha.
Roberto observa la curación por parte de dos enfermeras. Una lágrima resbala en silencio desde el borde del lacrimal hasta la brutal herida en el rostro de la enferma que denota un momento de angustia.
Él capta aquella mirada asustada, suplicante, toma un apósito y hace un guiño a las enfermeras que suspenden momentáneamente su labor, se aplica suavemente con una sonrisa encantadora a hacerle ver que es él quien la cura, mientras va susurrando dulces palabras de consuelo. Luego, deja a las enfermeras proseguir mientras le acaricia la frente.
Al final de la curación, con la frente perlada de sudor por una natural resistencia hacia las consecuencias humanamente desagradables de la intervención quirúrgica, acerca su rostro y besa el apósito sobre la herida aun supurante, para luego acurrucar su cara junto a la suya.
Ella cierra los ojos apretándolos intensamente, sorbiendo la sensación de ambos rostros juntos. Tras unos momentos, los abre para esbozar con esfuerzo en su rostro tumefacto, adolorido y desfigurado, una sonrisa de profundo y amoroso agradecimiento.
Aquel rostro distante de la belleza física de aquel primer encuentro descrito en la carta de Roberto aún expresa la íntima comunión que sigue naciendo espontánea, con la confianza de recibir del amado una sonrisa y ternura verdaderas.
Se aman con una libertad que los eleva muy por encima de las experiencias sensibles y los motivos de razón que integraron su unión en sus inicios. Razones todas de bondad pero que jamás limitarían su yo libérrimo que preside con toda su voluntad, su mutua entrega en cuerpo y alma.
Soy testigo de la lección de vida y amor de un matrimonio acrisolado; de un ejemplo de amor grande en la vida ordinaria, en donde la voluntad enamorada comunica su presencia con rostros y manos entrañablemente afectuosos, con la amabilísima sonrisa y la caricia tierna. Manifestaciones que tocan la verdad, bondad y belleza en lo sublime del amor conyugal.
Fuente: Revista Aleteia
Azmirable relato ojala todos los que sufren encuentren ese Amor y ternura que esta pareja ……nosotros conocemos una pareja que en estos momentos se encuentran en muy mal momento pero a carlos no le falta ese Amor y cariño de su esposa quira Dios que salga adelante se lo pedimos al Señor
No existe enfernedad que pueda ahogar un AMOR GRANDE. Un amor acrisolado. Un amor crecido dia a dia por una vida compartida. Un amor que ilumina la vida de los amados, donde nada ni nadie puede romper una felicidad profunda…