(Este articulo salió publicado en el periódico ABC el 30 de diciembre de 2021)
Todos recordamos lo que nuestros padres nos inculcaban, a veces machaconamente, cuando éramos niños. Para unos era el cumplimiento fiel del trabajo (los dichosos deberes); para otros era que fuésemos buenos para que nadie nos llamase la atención (no hacer trastadas) y algunos insistían en la limpieza personal (no llevar manchas en la ropa). Todo aquello que a nuestros padres les gustaba que hiciésemos era lo que ellos más valoraban. Les podríamos llamar valores familiares; normas, recomendaciones, comportamientos y actitudes que los padres inculcan a su familia, tanto de palabra como, sobre todo, con su forma de actuar, para tener una convivencia armoniosa, fluida y equilibrada.
Estamos acercándonos a la Navidad, fiesta cristiana para algunas familias, para otras no. Pero tanto unas como otras nos juntamos para acompañarnos y manifestarnos nuestro amor. Estar unidos a los tuyos durante estas fechas permite comprender, sobre todo a los más pequeños, el verdadero significado de la familia; los lazos de unión que existen entre las personas que pertenecen a la misma familia.
Si hay un término que se suele asociar con la Navidad es la palabra ‘familia’. Este tiempo de Navidad se caracteriza por compartir y vivir momentos junto a los seres más queridos: familia, amigos, y otras personas cercanas. Por eso, la Navidad representa la ocasión perfecta para compartir tiempo, conversaciones, juegos y risas.
Es muy importante que todas las familias tengan unos valores que ayuden a tener una sana convivencia. La familia que integra valores en sus procesos de crianza y convivencia es la mejor antesala de una sociedad armoniosa y pacífica. También son importantes estos principios porque son los que rigen los comportamientos que nos hacen mejores personas.
No tenemos una lista única de valores familiares. Cada familia vive y transmite los valores que considera más importantes. Resaltamos algunos de ellos:
1) La paciencia: es la actitud que nos lleva a poder soportar contratiempos y dificultades para conseguir algún bien. Está muy unida a la tolerancia y la persistencia. En la familia tenemos diferencias que dificultan el buen entendimiento; pensemos que no siempre tenemos la razón.
2) La gratuidad: es la disposición de hacer el bien por propia iniciativa sin otra contrapartida o beneficio. Es dar sin medir. Dar por placer. Dar porque salga de ti. Dar sin retorno. Dar porque así eres tú y así lo vives. Esta es una buena receta para vivir la gratuidad.
3) El perdón: Ninguna persona está libre de equivocarse y de realizar acciones que puedan ofender al otro; lo importante es darse cuenta de ello, pedir perdón y poder ser perdonado. Las familias que viven libres del rencor, logran una mayor unión.
4) Pensar en positivo: Nuestro modo de pensar influye en cómo nos sentimos y nos comportamos con los demás. Pensar en positivo sobre las actuaciones de los demás nos producen sentimientos agradables. Estos estímulos nos predisponen para acogerles y aceptarles tal como son. Por el contrario, las ideas negativas preconcebidas sobre los demás dificultan nuestra convivencia con ellos.
5) La comunicación: “Con el roce, nace el cariño”. Roce se refiere al contacto frecuente con las personas, de donde viene el significado de rozarse para referirse a tener familiaridad con alguien. Para sentirnos pertenecientes a una familia necesitamos relacionarnos, dialogar, escucharnos, compartir tiempo de calidad, realizar actividades juntos, celebrar acontecimientos familiares festivos…
Durante estas fiestas navideñas disponemos de más tiempo para relacionarnos y estar en compañía con nuestros seres queridos y personas cercanas. Es un tiempo ideal para conversar y “rozarse” con los demás. También es un tiempo de felicitaciones y de desearnos lo mejor.
Como pareja y padres, entre tú y yo, podemos vivir y, de paso, transmitir estos valores. La mejor forma de hacerlo es dando ejemplo a nuestros hijos desde muy pequeños, siendo coherentes con lo que decimos, razonando nuestros consejos sin imponérselos, corrigiendo sus fallos con mucho amor…
Ramón Redondo
Área de Escritores · Servicio de Comunicación Institucional EM